divendres, 2 de maig del 2025

LA REINA DEL BAILE

Viendo las redes sociales de conocidos puedo constatar lo excluído (y marginado) que estoy de cualquier tipo de vida social. Nunca fui yo de las reinas del baile, en las pelis americanas de adolescentes, yo hubiera sido, como fui, el chico gordo con granos ensoñado y bobalicón que no se comía un rosco con las chicas, a las antípodas de los chicos de éxito. Simpático pero atontado. Y así he permanecido. Los granos se fueron, pero la soledad se mantuvo. La soledad es contagiosa, cada vez vivimos más gente en soledad y cada más solos y aislados y replegados sobre nosotros mismos, individualismo. Seguramente esas sonrisas que hoy me brindan la oportunidad de ver las redes sociales se conviertan, al apagarse las luces de la fiesta, en lágrimas de cocodrilo como las mías. Quizás hoy lo vea todo un poco más gris porque es lunes y hace frío y entretengo mi propio blue monday pero la tecnología hoy cronifica la sensación de soledad y depresión que sentimos muchas personas, sin auténticos amigos más allá de nuestras propias manos. No es la soledad deseada la que sea mala, si no aquella impuesta, el mero hecho de ser excluído del ámbito social más espúreo, superfical, al fin y al cabo somos seres sociales. En la búsqueda de la autenticidad, la auténtica amistad no llegó nunca. 

Seguramente el hecho de ser el antagonista del chico más popular contribuyó sobremanera a ello, y el uso de palabros pedantes como "sobremanera" tampoco hizo gran cosa por ello, deduzco. Nunca tuve éxito social. También es verdad, la solidaridad con seres igual de deleznables como servidor hizo que trabara amistad con ellos, ello alejó, sin duda alguna, cualquier oprtunidad de redención en el ámbito social. Las grotescas, estrafalarias, estrambóticas amistades nos unieron las penas, el sentido del humor peculiar compartido. Es cierto que los sufrimientos, las penas, las penurias, las dificultades unen 

El éxito es relativo y si no que se lo pregunten a Enrique Oxandabarat que durante más de 30 años ha estado en las escalinatas palmesanas de Pas den Quint cada día tocando la guitarra y cantando, derrochando talento y deleitando a los viandantes que pasábamos por esta vía peatonal del casco histórico palmesano. Él lo ignora, pero seguramente su forma de tocar haya influído en mis ganas de tocar la guitarra y mi forma de ser músico, mi forma de concebir la música. En Palma, los llonguets (apodo dado a los habitantes de Palma) que tenemos cierta edad, no nos hacemos a pasar por es Pas den Quint y delante de la iglesia de Sant Nicolau y no escuchar a Enrique, que resulta ser cuñado de nuestra amiga Mariana Bado (Ché, vos también sos de Uruguay!). 
¿Qué es el éxito? Según los que saben más que yo, éxito es:
[RAE]
1. Resultado feliz de un negocio, actuación, etc. 
2. Buena aceptación que tiene alguien o algo.
3. Fin o terminación de un negocio o asunto

Felicidad, aceptación y fin, en definitiva. 
Lo que nos lleva al concepto de felicidad:
1. Estado de grata satisfacción espiritual y física.
2. Persona, situación, objeto o conjunto de ellos que contribuyen a hacer feliz.
3. Ausencia de inconvenientes o tropiezos

La tercera definición me parece burdamente simple y que no llega a alcanzar el alto concepto de lo debiera ser la felicidad.

Una persona feliz que se siente plenamente satisfecho por gozar de todo lo que desea o por disfrutar de algo bueno. Completado, lleno, entero, aconhortado o confortado, gozoso y en paz.

Como preveo que aceptación (aplauso, aprobación) sea acto y efecto de aceptar, vamos a ver que dicen de aceptar directamente:
1. tr. Recibir voluntariamente o sin oposición lo que se da, ofrece o encarga.
2. tr. Aprobar, dar por bueno, acceder a algo.
3. tr. Recibir o dar entrada.
4. tr. Asumir resignadamente un sacrificio, molestia o privación.
5. tr. Com. Obligarse al pago de letras o libranzas, por escrito en ellas mismas.

La fama es efímera, pero a ciencia cierta, en nuestro pequeño ámbito territorial urbano o insular podemos decir que Enrique ha tenido éxito como músico, ya que es capaz de ganarse la vida con aquello que le gusta y es famoso y reconocido en Palma. Si nos lo cruzamos en el bus lo reconoceremos enseguida. Si el éxito significa que una grande de la industria te promocione y saques un LP y hacerte millonario solo de los royalties y te escuchen en todas las plataformas y radiofórmulas hasta la saciedad y un poco más allá (como el Despasito de Luís Fonsi), pues no, en verdad, Enrique no ha tenido nada de éxito. Es la p..ta industria, amigo, ya sabes! Basura mainstream! Quizás le sobraba el sombrero y le faltaban un par de buenas tetas para triunfar o los grandes nunca bajaron por la calle peatonal escalonada de Pas den Quint. Pero a mí, que Miley Cirrus me la suda, que no iría a un concierto de Rosalía si yo no me pagaran bien por ello, me agrada lo que Enrique ha estado constantemente ofreciendo con su guitarra y su voz. No se hará crecer su cuenta bancaria, pero su cuenta de arte, amigos, experiencias y felicidad, seguro que no se puede comprar ni valorar. Yo diría que Enrique es feliz haciendo lo que hace, dentro de nuestro pequeño ámbito tiene cierta aceptación (jamás he visto o escuchado o leído que le tiraran tomates maduros en señal de desaprobación por tocar y cantar mal) y diría que termina sus conciertos siempre, ergo se ajusta a la definición de éxito.



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